Desde los tiempos de Hipócrates, se conocen las propiedades beneficiosas de ciertas aguas. Sin embargo, solo en el siglo XX se establecieron vínculos epidemiológicos entre su consumo y la salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) lanzaron un llamamiento a todas las naciones a fin de que aceleren de una vez por todas las medidas para que el agua, el saneamiento y la higiene (ASH) sean una realidad para todos. Las cifras son alarmantes: en todo el mundo, 2.000 millones de personas carecen de agua potable salubre y 3.600 millones de personas, prácticamente la mitad de la población mundial, utilizan unos servicios de saneamiento que no tratan los desechos humanos.
Desde tiempos ancestrales, el agua ha sido considerada como un elemento vital. Nuestros antepasados se asentaban cerca de fuentes de agua, entendiendo su importancia para la supervivencia. Hoy, aunque tenemos acceso fácil al agua, a menudo olvidamos su valor intrínseco.
A medida que envejecemos, la importancia del agua en nuestra salud se vuelve aún más evidente. La hidratación adecuada puede ser la clave para prevenir enfermedades crónicas, mejorar la salud de la piel y mantener la agudeza mental.
Además, el agua juega un papel crucial en la prevención de enfermedades relacionadas con la edad, como los cálculos renales y las infecciones del tracto urinario.
El médico Guillermo Rosa Diez, presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología y jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Italiano de Buenos Aires, había dicho en diálogo con Infobae, que la hidratación con agua potable debería ser adecuada para cada persona. “La sed varía según las edades, el sexo, el peso y las actividades físicas que se realizan”, dijo.
El especialista mencionó “la regla de los ocho vasos” como una recomendación general para subrayar la relevancia de la hidratación. Rosa Diez destacó la necesidad de “prestar atención a la sed”, pero sin caer en un consumo exagerado. Además, enfatizó que una dieta saludable debe incorporar frutas y verduras, que también aportan agua. Asimismo, señaló que los atletas de élite deben ingerir aguas con sales minerales.
Joel Topf, nefrólogo de la Universidad de Oakland, señaló que el verdadero indicador de hidratación es el equilibrio entre electrolitos, como el sodio, y el agua en nuestro organismo.
Tamara Hew-Butler, de la Universidad Estatal de Wayne, mencionó que factores como el tamaño corporal, el clima y la intensidad de la actividad física influyen en la cantidad de agua que se debe consumir. Sugirió que, durante las consultas médicas, los pacientes deberían preguntar cuál es la cantidad ideal para ellos.
Sin embargo, existen numerosas estrategias y consejos que pueden ayudar a las personas a aumentar su consumo de agua. Desde “comer” agua a través de frutas y verduras ricas en agua, hasta establecer recordatorios y llevar siempre una botella reutilizable, hay muchas formas de garantizar una hidratación adecuada.
Los beneficios parecen derivarse de los minerales que contienen este tipo de aguas gasificadas. Las aguas carbonatadas podrían ofrecer ventajas con ciertas consideraciones.
Se sugiere que el agua con gas mejora la deglución y alivia malestares estomacales, pudiendo también ayudar en la reducción de peso. Sin embargo, algunos estudios indican que podría aumentar el apetito y causar molestias gástricas.
Hidratarse adecuadamente es esencial para la salud metabólica y cardiovascular, según otro estudio. Las aguas ricas en minerales, incluidas las carbonatadas, pueden ser beneficiosas para regular la presión arterial. Aunque otros estudios sugieren beneficios cardiometabólicos, no se observan cambios significativos en ciertos indicadores como los triglicéridos.
Varios estudios sugieren que consumir un litro de agua con gas diariamente podría disminuir indicadores cardiometabólicos como el colesterol y la glucosa. No obstante, no se han notado alteraciones en los niveles de triglicéridos, peso o índice de masa corporal. Consumir agua con gas no parece afectar la salud ósea en mujeres posmenopáusicas. Sin embargo, podría afectar la salud dental en jóvenes, aunque su potencial erosivo es mucho menor que el de los refrescos.
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