La creciente dependencia de los smartphones transformó profundamente nuestras rutinas y relaciones, al punto de que puede generar serios problemas de salud mental y afectar la calidad de vida. Aunque los dispositivos móviles nos ofrecen innumerables comodidades, su uso desmedido es peligroso para la salud.
Esa dependencia al celular, también ocasionó un trastorno conocido como nomofobia y se trata del miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término fue acuñado en 2009 en Reino Unido y proviene del anglicismo “nomophobia” (no-mobile-phone-phobia). “La dependencia del dispositivo genera una infundada sensación de incomunicación y un elevado malestar emocional en la persona cuando no puede disponer de él”, dijo el psicólogo español Joan Francesc Serra.
Además, indicó que cada vez somos más dependientes de nuestro teléfono móvil y, según diversos estudios, en la actualidad le dedicamos una media de tres horas diarias a su uso, mientras que la edad de inicio es cada vez más temprana, entre los 10 y los 14 años, y no es extraño ver a niños de 2 a 3 años utilizando el móvil de sus padres.
Este escenario de sobreexposición a las pantallas y el hecho de que los adolescentes hayan nacido en plena era digital, son las principales causas de la dependencia inicial al móvil. Una adecuada educación y modelaje familiar son imprescindibles y actúan como factores protectores de cara a una futura adicción.
El psicólogo señaló que no deberíamos confundir la dependencia con la adicción, ya que uno puede ser dependiente del móvil, pero no adicto. En realidad, cuando hablamos de nomofobia, nos referimos a la adicción a las aplicaciones, pues unas tienen mayor potencial adictivo que otras. Generalmente, la adicción se da a redes sociales o mensajería instantánea, y no tanto a aplicaciones del tiempo, de salud o de transporte.
Dicho esto, la sobreexposición a las pantallas no es causa suficiente para desarrollar la nomofobia. También se encontraron como potenciales causas la falta de aceptación personal, los problemas de autoestima o la poca tolerancia a la frustración. El experto dijo que se habla de adicción al móvil cuando:
Algunas de las señales a las que se recomienda estar atento, especialmente en los adolescentes, son:
Las pantallas o las aplicaciones potencialmente adictivas, presentan múltiples inputs de forma ultra rápida y constante, algo que provoca una sobreestimulación dopaminérgica continua en el cerebro, que se acostumbra a ella y hace que el mundo natural resulte aburrido, porque no hay suficientes estímulos. Los niños sobreexpuestos a pantallas tienen más irritabilidad, menos paciencia y toleran menos la espera, porque los procesos atencionales y del aprendizaje han quedado afectados.
A nivel emocional, también hay consecuencias, pues el cerebro entiende que mirar el móvil alivia el aburrimiento y causa después muchas dificultades para tolerar el malestar, la negativa o las rutinas. Como en cualquier adicción, con el tiempo se genera tolerancia, y se necesitan mayores dosis para sentir los mismos efectos placenteros.
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