Un niño de 14 años, que se había descargado la aplicación Grindr para explorar su sexualidad, fue abusado en la localidad de Dolores por un docente de 37 años, un diseñador de moda de 24 y un inspector de escuela de 52. Además, le contagiaron VIH, sífilis y le provocaron un severo trastorno psicológico.
El hecho es investigado por la titular de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N° 1 de Dolores, la fiscal Mónica Ferre, quien solicitó al juez de garantías Mariano Caseaux la prisión preventiva para los tres hombres, imputados por los delitos de “abuso sexual con acceso carnal agravado, corrupción de menores agravada, facilitamiento del acceso a espectáculos pornográficos o suministro de material pornográfico”.
Para la fiscal Ferre, si los acusados no permanecen detenidos se podría frustrar el proceso, ya que en libertad podrían intentar eludir la acción de la Justicia o entorpecer la investigación.
“La seriedad del delito y la eventual severidad de la pena son dos factores que deben tenerse en cuenta para evaluar la posibilidad de que los procesados intenten fugarse para eludir la acción de la justicia. En este proceso, y en el hipotético caso de recaer sentencia condenatoria la misma sería de cumplimiento efectivo”, consideró la fiscal.
Ferre también destacó que los imputados desempeñan cargos de docente y que con esos argumentos “sometieron y silenciaron” al niño, además de procurar generar nuevos encuentros. De esta manera, entendió que se presenta un riesgo legítimo de que el niño o sus familiares sean amenazados, lo que justificaría la prisión preventiva.
Además, el docente de 37 años detenido registra una causa penal previa iniciada en la Fiscalía N° 6 de Villa Gesell por el delito de captación por medios tecnológicos de menor de edad con fines sexuales (grooming).
El delito de grooming es toda acción por la que una persona adulta contacta a un niño o adolescente a través de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos para atentar contra su integridad sexual. Esta definición, respaldada por la Ley 27.590 (“Mica Ortega”), subraya que el grooming implica contacto digital con fines sexuales y destaca que el daño, aunque virtual, es real y punible, con penas de 6 meses a 4 años de prisión.
En este caso, la aplicación de encuentros sexuales Grindr, si bien aclara que es para mayores de 18 años, no posee ningún mecanismo de control para que menores de edad no creen usuarios, lo que facilita al delito de grooming y hasta al abuso sexual.
La familia de la víctima está representada por el abogado Federico Fourquet y su socio César Sivo, quienes además plantean la necesidad de que se le exige a la aplicación Grindr un control importante para que se impida que menores de edad puedan registrarse.
Si bien no existen estudios cuantitativos que midan específicamente cuántos menores hay registrados en Grindr en Argentina, investigaciones que se hicieron al respecto estiman que prácticamente un 50 % de los usuarios de esa aplicación de encuentros sexuales mienten en su edad por no llegar a los 18 años.
Los hechos
El 27 de enero, el niño de 14 años descargó la aplicación Grindr para explorar su sexualidad y esa misma noche comenzó a intercambiar mensajes con un hombre, de 37 años y docente de la localidad de Dolores, quien lo invitó a su casa, exclusivamente con fines sexuales.
Al día siguiente, a las 8.30 de la mañana, el niño fue hasta la casa del adulto y, según la hipótesis fiscal, sin poder consentir libremente la acción, en una relación de superioridad, atento la diferencia existente entre la edad de la víctima y el victimario y su calidad de docente, el hombre lo abusó abuso sexualmente sin usar ningún modo de prevención de contagio de alguna enfermedad, a sabiendas de que era positivo de VIH.
El docente le pasó el contacto de la víctima a otro hombre con el que vivía, diseñador de moda, quien, sabiendo que se trataba de un niño de 14 años, le escribió al Whatsapp para invitarlo a tener relaciones sexuales, encuentro que concretaron en esa misma casa al día siguiente.
Esa misma noche del 28 de enero, el niño fue contactado por Grindr por otro hombre, un inspector de escuelas de 52 años que estaba de paso por Dolores, quien lo invitó a tener relaciones sexuales al día siguiente. En esta oportunidad, el abusador, para asegurarse que se trataba de un menor de edad, le pasó primero una dirección falsa y, una vez que lo vio, le indicó cuál era el lugar correcto.
En todos los casos, los hombres sometieron a la víctima para satisfacer su desahogo sexual, lo que para la fiscal constituye una depravación. Además, lo instaron a que no contara a nadie lo que había sucedido porque pondría en riesgo sus trabajos.
Estos encuentros, primero por mensajes e intercambio de fotos y luego en persona, promovieron la corrupción del
niño dado el carácter depravado de las acciones delictuales, las circunstancias de realización y la escasa edad. Para la fiscal, esto “tiene vocación suficiente para dejar profundas huellas deformantes en el psiquismo del niño, y torcer con tales conductas ilícitas el natural desarrollo biológico y sano de su sexualidad, provocando a partir de las mismas una facilitación y notoriamente extemporánea irrupción en aspectos de la sexualidad, sin tener la madurez suficiente para ello”.
Secuelas de los abusos
A los días de haber tenido los encuentros con los tres hombres, la víctima se enfermó y tuvo síntomas graves, como fiebre de 40 grados, dolor abdominal, articular y vómitos. El 18 de febrero tuvo que ser internado en un hospital de La Plata, donde detectaron que tenía VIH y con una carga viral alta.
Ante esta situación, los padres hablaron con su hijo, quien les contó la situación y lo que había ocurrido y radicaron la denuncia penal por abuso sexual infantil, que fue ratificado por la víctima en Cámara Gesell.
El niño, con VIH va a la escuela y se enferma constantemente. Está bajo tratamiento y también cuenta con apoyo psicológico, sufre pesadillas con sus abusadores y tiene recuerdos que lo trauman.
Para la fiscal del caso, se trata de una causa compleja y extremadamente compleja, en la que el niño sufrió una invasión de su cuerpo, con personas de hasta casi 40 años más, que encima resultaron ser las primeras relaciones sexuales intimas de la víctima, que derivaron en una enfermedad de transmisión sexual grave.
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