• nubes dispersas
    29° 3 de Noviembre de 2025
tito-atiejpg

“Tito” Atie: el pergaminense desaparecido hace 60 años y un homenaje que aún espera

A seis décadas de la tragedia del TC-48, la historia de Héctor Oscar Atie sigue sin encontrar justicia ni reconocimiento oficial en su ciudad natal. El expediente para nombrar el aeródromo local en su honor permanece sin tratamiento en el Concejo Deliberante, mientras su familia insiste en mantener viva la memoria y exigir respuestas que el Estado aún no ha dado.

El 3 de noviembre de 1965, el avión TC-48 de la Fuerza Aérea Argentina desapareció sobre el mar Caribe mientras volaba desde Panamá en medio de una tormenta. A bordo iban 68 personas, en su mayoría cadetes de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba. Entre ellos, el pergaminense Héctor Atie. El vuelo compartía ruta con el T-43, que sí llegó a destino, pero no regresó a verificar lo ocurrido, lo que para algunos familiares “abre siempre la pregunta de la palabra ‘traición’”.

Desde el inicio, el caso estuvo rodeado de irregularidades. El TC-48 había partido en condiciones técnicas precarias: en Antofagasta se repararon dos motores del ala derecha, pero “la idiosincrasia propia de los soberbios hizo continuar el viaje”, señala Mercedes, hermana de Hector “Tito” Atie, uno de los desaparecidos. A las 6:30 de la mañana del 3 de noviembre, el avión emitió una alerta: el motor 3 se incendiaba y el 4 se había detenido. El piloto costarricense Álvaro Protti, desde un avión de LACSA, captó el pedido de auxilio y recomendó aterrizar en Puerto Limón, donde había una pista rudimentaria.

La noticia de la desaparición llegó esa misma tarde, en un contexto de comunicaciones limitadas. El T-43, que volaba junto al TC-48 y transportaba al director de la Escuela de Aviación Militar, no aportó información clara. “Recordar esa noche es un cúmulo de angustia y de tristeza que se agranda por la distancia. Una distancia que aún no puedo resolver en mi mente”, expresa Mercedes.

A lo largo de los años, la Fuerza Aérea ha sido acusada de construir “una muralla de silencio vergonzoso y pruebas falsas” en torno al caso. En 2008 se iniciaron las expediciones Esperanza, con apoyo de la Comisión Nacional Aeroespacial (CONAE), para localizar restos del avión. Se retomaron en 2016, pero sin resultados. “Todos los intentos de búsqueda fueron fallidos y solo sirvieron para construir nuevas hipótesis que acrecentaron la incertidumbre”.

Hoy, a 60 años del hecho, persiste el reclamo por un homenaje oficial y por respuestas concretas. “No se nota un compromiso efectivo por parte de las autoridades de la Fuerza Aérea, muchos de los cuales hasta desconocen el hecho”, denuncia Mercedes.

 

“La injusticia no puede ser hereditaria”: la voz de una sobrina que creció con la ausencia

A seis décadas de la desaparición del TC-48, la historia de Héctor Atie sigue latiendo en la memoria de su familia. Su sobrina, Agustina Aller, no llegó a conocerlo, pero su ausencia marcó su vida desde siempre. “Aunque no lo tuve nunca físicamente, siempre formó parte de mi vida”, afirma. La herida, lejos de cerrarse, se profundiza con el paso del tiempo: “Sé que ya no va a volver, pero hay una herida que no cierra: la falta de justicia, de una certeza de qué pasó”.

Agustina creció con la historia de su tío, primero como un relato fragmentado, y más tarde como una causa que decidió hacer propia. “Parte de esa justicia es hacer lo que el Estado nunca hizo: buscarlo y encontrarlo. O mejor dicho, buscar los restos de los camaradas que la Fuerza Aérea Argentina decidió abandonar a su suerte”.

En 2008, ya en democracia, comenzaron nuevas expediciones en la selva de Costa Rica, donde se presume que cayó el avión. Pero, como en los intentos anteriores, no hubo resultados concluyentes. “Nunca hubo una certeza, nunca se supo qué pasó, y esa incertidumbre nos anuda el corazón”.

La historia familiar está atravesada por el dolor y la espera. Agustina vivió con su abuela hasta los once años y fue testigo de su duelo interminable: “Vi a mi abuela recordar a su hijo hasta el último día de su vida, esperanzarse en encontrarlo. Esperándolo cada día”. Esa misma mujer, que había perdido a su esposo y al día siguiente abrió el almacén para seguir adelante, debió cargar con la desaparición de su hijo y con el destrato institucional. “Debió soportar maltratos e indiferencia por parte de la Fuerza Aérea Argentina”.

La ausencia de Héctor también dejó una marca en la infancia de Agustina: “De chiquita me preguntaba si me veías desde el cielo, y de grande me pregunto si estarías orgulloso de mí, si me hubieras acompañado. Me privaron de ese derecho, de tener un tío materno. Nos privaron de conocernos”.

La falta de justicia se convirtió en una herencia dolorosa. “A mi abuela la privaron de saber qué pasó con su hijo, y esa falencia de justicia la heredó mi mamá. La injusticia no puede ser hereditaria. Una madre no puede morirse sin saber qué pasó con su hijo, y una hermana no puede pasar toda una vida esperando respuestas”.

Hoy, la familia de Héctor Atie sigue exigiendo lo que el Estado aún no ha garantizado: verdad, justicia y memoria. “Necesitamos saber urgente qué pasó con el avión TC-48. Necesitamos un Estado presente, a la altura de estos casos”.

 

El expediente que duerme en un cajón

En 2024 se presentó ante el Honorable Concejo Deliberante de Pergamino un proyecto para colocar el nombre de Héctor Oscar “Tito” Atie en el aeródromo local, como gesto de reconocimiento a su historia y a la tragedia del TC-48. A pesar de su valor simbólico y comunitario, el expediente EX – 2024 – 00005182 permanece sin tratamiento, archivado, como si la memoria también pudiera postergarse.

Este año, la familia vuelve a insistir. A través de una nota formal dirigida al cuerpo legislativo local, firmada por familiares y amigos, se solicita el tratamiento del expediente y se reclama un homenaje que reconozca a Héctor Atie. El pedido subraya la importancia de preservar la memoria histórica y reparar, aunque sea simbólicamente, una deuda que lleva seis décadas.

La falta de tratamiento del proyecto no solo representa una omisión institucional, sino también una herida abierta en el tejido de la memoria colectiva. El homenaje no es solo un acto simbólico: es una forma de decir que “Tito” Atie existió, que su historia importa, y que Pergamino no lo olvida.

Si todavía no recibís las noticias de PRIMERA PLANA en tu celular, hacé click en el siguiente enlace https://bit.ly/3ndYMzJ y pasarás a formar parte de nuestra base de datos para estar informado con todo lo que pasa en la ciudad y la región.