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Ejercicio y estímulos cognitivos podrían retrasar el envejecimiento del cerebro

Científicos del Instituto Leloir y del Conicet demostraron que ambas estrategias aceleran el desarrollo de neuronas nuevas y su conexión en el hipocampo.

El envejecimiento es un proceso fisiológico que afecta a todos los órganos, incluyendo el cerebro. Ahora científicos de la Fundación Instituto Leloir (FIL) descubrieron –utilizando roedores como modelo de laboratorio– que el ejercicio físico y los estímulos cognitivos impulsan la generación e incorporación de nuevas neuronas en el hipocampo, región asociada con la memoria y el aprendizaje. Un hallazgo clave que podría servir para diseñar, en el futuro, posibles estrategias para disminuir o prevenir el declive cognitivo asociado al envejecimiento o, incluso, el inicio de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.

Desde hace varios años, el Laboratorio de Plasticidad Neuronal de la FIL, dirigido por Alejandro Schinder, investiga un extraordinario fenómeno que ocurre en el hipocampo de todos los mamíferos, incluyendo los humanos: el nacimiento de neuronas nuevas a lo largo de toda la vida. El equipo de Schinder ya había descripto previamente que durante el envejecimiento no solo se generan menos neuronas nuevas, sino que las pocas que nacen tardan mucho tiempo en desarrollarse y conectarse con el resto de los circuitos cerebrales.

“Se sabe que la tasa con la que se generan neuronas nuevas y se van integrando a circuitos decae en el envejecimiento y que esto puede tener que ver con la pérdida de plasticidad. Lo que venimos estudiando es justamente si en el envejecimiento, a pesar de que se generen menos neuronas en el cerebro adulto, si estas pocas neuronas tienen todavía la capacidad de modificar el circuito en el que se están generando”,  explicó Schinder, investigador del Conicet.

Justamente para investigar la plasticidad y el envejecimiento cerebral, su laboratorio recibió el año pasado un importante subsidio de los Institutos Nacionales de Salud de los EE.UU.

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Beneficio. En dos nuevos estudios publicados en la revista Frontiers in Neuroscience, Mariela Trinchero y Magalí Herrero, autoras principales de los trabajos e integrantes del grupo de Schinder, compararon las neuronas de ratones viejos sedentarios con las de ratones viejos sometidos a distintos estímulos fisiológicos.

“Básicamente lo que observamos en el primer paper es que las neuronas en animales envejecidos, si son sedentarios y no fueron estimulados de ninguna forma, están más atrofiadas, tardan mucho en conectarse y se las ve con los cables de conexión muy cortos, incapaces de recibir o mandar información. En cambio, en los animales expuestos a estímulos cognitivos durante una semana los cables de estas neuronas crecen rápidamente y la conectividad aumenta de una forma impresionante”, sostuvo Trinchero.

En el segundo trabajo, el equipo demostró que el ejercicio físico prolongado tiene un efecto beneficioso en la neurogénesis de animales envejecidos, mientras que períodos acotados no resultan efectivos en promover el crecimiento de las neuronas nuevas.

“Observamos que si un ratón corre durante mucho tiempo, el efecto del ejercicio no decae. Pero si un ratón corre un mes y deja de correr otro, el efecto beneficioso se va perdiendo. Es algo que debe ser sostenido en el tiempo”, manifestó Trinchero.

Los estudios demuestran que los estímulos cognitivos y el ejercicio no solo acelera el desarrollo de neuronas nuevas sino también su conexión con circuitos del hipocampo.

“Ambas estrategias promueven no solo la generación de nuevas neuronas, sino también que se conecten mejor y más rápido”, señaló Trinchero.

“Estos trabajos nos enseñan que, a pesar de lo que sabemos hoy sobre la pérdida de la capacidad funcional del cerebro durante el envejecimiento, hay características que pueden ser reactivadas por actividades que simplemente pongan el cerebro en funcionamiento”, indicó Schinder.

Y agregó: “En particular, los estímulos y el ejercicio físico generan cambios realmente notables en los circuitos cerebrales. A partir de esto surge el desafío de investigar si estos mismos estímulos podrían ayudar a disminuir o prevenir el declive cognitivo asociado al envejecimiento o, inclusive, el inicio de enfermedades neurodegenerativas”.

Aunque el investigador destacó que no se pueden extrapolar los resultados de los trabajos a los seres humanos, siempre es bueno mantener el cerebro activo. “Está demostrado que todo lo que le hace bien al corazón, le hace bien al cerebro. Todas las actividades que son buenas a nivel cardiovascular son buenas para el cerebro”, concluyó.

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