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La insólita historia del hombre que destrozó con un hacha en una concesionaria

Tres personas, una de ellas condenada por un delito, atacaron el local de la ciudad bonaerense de Rojas luego de la compra de un auto que derivó en una extorsión frustrada. Horas más tarde los detuvieron. Habla el dueño de la concesionaria que vive con miedo: “Estoy pensando en armarme”.

Las imágenes de la cámara de seguridad no tienen por sí solas ninguna explicación lógica: el video muestra a un hombre que el martes pasado por la tarde entró, con un hacha casera en la mano, a una concesionaria de autos y provocó destrozos en un Audi A4 y en las instalaciones del local de la ciudad de Rojas, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, para luego huir junto a dos cómplices en un auto que lo esperaba estacionado en la puerta.

Minutos más tarde los detuvieron en un peaje de la Ruta Provincial 188, pero el dueño de la agencia de autos teme que vuelvan por él. “Por ahora estoy tranquilo porque están detenidos, pero una vez que salgan la verdad es que estoy analizando la alternativa de armarme por si vienen a buscarme”, dice ahora Guillermo Cela, de 50 años, en diálogo con Infobae dos días después del ataque.

Hay una historia previa: los problemas, cuenta, empezaron con la venta de un auto en enero.

En ese entonces, Raul Enrique Yamil Marcial, de 34 años, con domicilio en la ciudad de Junín -80 kilómetros al sur de Rojas-, fue por primera vez junto con su mujer a la concesionaria Cela Automotores con la idea de comprar una camioneta utilitaria y se entrevistaron con Guillermo, dueño del local donde hace más de 23 años se dedica a la venta de autos nuevos y usados de distintas marcas.

“Fueron encantadores, agradables, me parecieron una pareja de chicos buenos”, recuerda ahora. Sin mayores dilaciones, hicieron la operación: Marcial entregó un Chevrolet Aveo modelo 2016 en parte de pago, más una pequeña diferencia, y adquirió una Renault Kangoo, también de 2016.

El auto que Marcial había entregado tenía algunos golpes y detalles de chapa y pintura que en la agencia repararon rápidamente con el dinero de la diferencia para poder tenerlo a la venta. Pero a los 10 días de hecha la compra, Marcial lo llamó a Cela y le dijo que la Kangoo que le había vendido tenía problemas y que quería devolverla.

“Se apareció en el local con otras dos personas para patotearme, no sé quiénes eran pero creo que me los presentó como un hermano y un amigo. Vinieron de mala forma para decirme que quería volver el negocio atrás”, dice el comerciante y explica: “La realidad es que si un vehículo tiene problemas no hacemos una devolución, lo que hacemos es arreglarlo. Vendí más de 10 mil autos y te puedo decir que nunca tuvimos un problema de ese tipo. Pero él no quería saber nada así que le devolvimos su auto, que ya lo habíamos reparado”. Marcial también devolvió la Kangoo.

En la agencia advirtieron que la camioneta tenía el kilometraje alterado, lo cual era muy fácil de chequear con los cambios de aceite que tenía hechos. “Cuando me contacté con él para avisarle le echó la culpa a la mujer y la mujer se la echó a él. Este tipo de cosas ya te hablan de la clase de gente que es”, dice Cela. El problema, sin embargo, fue otro: Marcial ya había firmado un formulario 08, que es un trámite obligatorio para la transferencia de vehículos, y tenían que volver a firmar otro para revertir la operación.

“Lo hizo pero cuando fuimos a la escribanía nos dimos cuenta de que había puesto mal la patente en el formulario. Lo hizo con el objetivo de que haya que hacerlo de nuevo. Le avisé y me respondió: ‘No hay problema, pero te va a salir 50 mil pesos’”, dice el dueño de la agencia que hoy está destrozada. “Le dije que de ninguna manera y él me dijo que entonces no me iba a firmar nunca en la vida, así que yo traté de no discutir”.

“Si la Justicia fuera un poco más rápida, como él no se puede negar a firmar un 08, el juez lo obligaría a hacerlo, y si aún así no lo hace el juez puede hacerlo en su lugar. Pero para solucionarlo iba a estar tres años pagando un abogado y las patentes del auto. Él sabía que para mí era negocio darle la plata por más de que yo no se la debiera, pero así no son las cosas”.

La estrategia de Cela entonces fue empezar a llamarlo cada varios días “para ver si aflojaba”, pero siempre aclarándole que no tenía intención de darle esa plata. Hasta que un día el que llamó fue Marcial: “Estoy necesitando 30 mil pesos, si me los das te firmo los papeles”, le dijo. “Cuando me negué su respuesta fue: ‘Pero mirá vos todo lo que tenés, mirá todos estos autos’. Le dije que viniera a firmar y que íbamos a conversar sobre esto, a ver si podíamos llegar a un arreglo”, dice el empresario.

Finalmente, Marcial y Cela fueron a la escribanía y firmaron los papeles. Cuando volvieron a la concesionaria para hablar sobre el dinero, el comerciante le dijo que él no le debía nada, que lo que estaba haciendo era una extorsión y que no correspondía. “En ese momento él se sacó de una forma que yo ya no pude volver atrás la conversación. Gritaba, me desafió a pelear, estaba sacado”, cuenta Cela.

Entonces Marcial decidió activar una maniobra, en apariencia, planificada: “Salió a la calle, le hizo señas a dos amigos que estaban arriba del auto y uno de ellos entró con un hacha y pasó lo que se ve en el video. Obviamente nadie se va a poner a enfrentarse eso”.

El hombre vestido con una chomba a rayas bajó del Chevrolet Corsa blanco que esperaba en la vereda con un hacha casera hecha con un caño y una suerte de chapa cortante. De acuerdo con los primeros datos que arrojó la investigación, sería un hombre de 36 años ya condenado por un delito y beneficiado con salidas transitorias.

Lo primero que encaró fue el Audi negro que estaba en exhibición: le rompió un parabrisas, el vidrio trasero izquierdo, parte del baúl, una puerta, el capot, el guardabarro izquierdo. Después siguió al interior del local donde estaba Cela y sus empleados y rompió de un hachazo un vidrio, dañó un escritorio y partió al medio un televisor. En la concesionaria de las calles Alem y 9 de Julio todavía no saben cuántos cientos de miles de pesos valen los destrozos.

Luego el hombre subió al auto y, junto a Marcial y otro cómplice que conducía, huyeron. Cela avisó a la Policía, que está a dos cuadras del local, pero cuando llegó ya se habían ido y dos patrulleros comenzaron una persecución que duró varios minutos, hasta que los detuvieron en la Ruta 188 a la altura de la ciudad de Agustín Roca, 50 kilómetros al sur de Rojas, en dirección a Junín.

Los tres hombres fueron detenidos, el auto y el hacha fueron secuestrados y la causa por daño, lesiones leves agravadas, amenazas y resistencia a la autoridad quedó en manos del fiscal Esteban Pedernera, de la UFI Nº8 de Junín. “La verdad es que tanto en la Comisaría de Rojas como en la fiscalía se pusieron a mi entera disposición, fue un trato de primera y con humanidad, pero en algún momento van a salir y yo estoy asustado”, concluye Cela.

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