Las fechas patrias como el 25 de mayo o el 9 de julio invitan a pensar los procesos históricos argentinos y la constumbres que acompañaros a la población del siglo XIX. Si bien el Día del Trabajador tiene sus orígenes en Chicago, no escapa a su reversión local y en plenos festejos el locro se convirtió en el plato típico de este día de celebración, aunque su consumo es más moderno que vinculado a los orígenes de la Nación.
Atravesado por todas las clases sociales, el locro se encuentra tanto en ollas populares de los barrios más vulnerables como en bodegones y restaurantes gourmet que lo ofrecen especialmente en las fechas patrias.
El ritual de comer locro en el Día de los Trabajadores es un fenómeno relativamente reciente, fundamentalmente porque en un principio este día era una jornada de conmemoración, de reclamos y no de festejos.
La celebración como tal comenzó en los primeros años de la década de 1940 con la llegada de Juan Domingo Perón a la Secretaría de Trabajo y Previsión donde instaló por primera vez derechos laborales que más tarde, en su presidencia, plasmo en la reforma de la constitución de 1948 con el artículo 14 bis. Sin embargo, se festejaba con otra oferta gastronómica.
Carina Perticone, semióloga becaria doctoral del CONICET especializada en análisis de las culturas alimentarias, afirmó: "En los registros de esos años 40 al 60 sobre las festividades colectivas y populares aparecen el asado y las empanadas como menú. No hay ninguna referencia al locro, tampoco en el Día del Trabajador".
No obstante, el abogado laboralista Luis Fanchín recordó que ya en los encuentros sindicales de mediados de la década del 60 sí se comía locro: "En 1969, cuando yo tenía 18 años y era un joven estudiante de Derecho, comí mi primer locro del 1° de mayo en un festejo sindical en la provincia de Santa Fe”.
Lentamente, en las últimas décadas, el locro pasó a ser menú infaltable en el Día del Trabajador, con enormes ollas humeantes de centenas de porciones de acuerdo con los afiliados del sindicato que lo organizaba.
"Los sindicatos son urbanos, nacen en las ciudades y pueblos de todo el país. Y la ciudad, a la hora de darle de comer a mucha gente, es siempre de ollas y no de asadores. Hacer asado es mucho más complejo. ¿Cómo le das de comer a 400 o mil afiliados? Con bocas de fuego simples, a gas. Y grandes ollas. Y el locro que gusta siempre", explicó Fanchín, que colabora en locros sindicales y barriales en Córdoba.
La practicidad hizo de esta comida una costumbre. Fabricado, además, con elementos que no son tan costos como la carne y que están más al alcance de los sectores populares. El locro es hoy un símbolo de la unión y la lucha en forma de una plato de comida caliente con compañeros.
Para llevar a cabo esta receta típica argentina se necesitan:
Expertos recomiendan la cocción de este plato con uno o dos días de anticipación para que al momento de servirlo haya incorporado bien los sabores de cada uno de sus ingredientes. La paciencia y disfrutar del proceso serán fundamentales para llevarlo a cabo. Hoy en día, cobró mucha relevancia la versión vegetariana de esta comida con preponderancia del zapallo y la papa.
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