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Teatro abierto, teatro cerrado

Rody Piraccini Por Rody Piraccini | 8 de Noviembre de 2022

Tras la larga noche del horror, en las postrimerías de la dictadura cívico-militar, tras la tragedia de Malvinas y después de la heroica lucha del pueblo, con huelgas y manifestaciones, encabezadas (esencialmente) por Saúl Ubaldini, alumbraba la eventualidad de la institucionalización, lo que no hacía más que remontar el espíritu y motorizar la lucha.

El pueblo -ese pueblo que a veces debería escribirse con letras mayúsculas-, activó de mil maneras, desde todos los lugares, desde cada frente, para asestar el golpe letal que derribara la autocracia genocida. Una de esas manifestaciones, todas conmovedoras, reverdece la experiencia gloriosa de Teatro Abierto, donde volvían a escena los comprometidos actores que permanecían ignorados, sobre las tablas levantaban la voz los silenciados a la fuerza para ponerle verbo a la necesidad de muchos, con audaces directores y libretistas capaces de interpretar, con sagaz profundidad, la trascendencia del momento histórico.

La épica experiencia de Teatro Abierto movilizó multitudes deseosas de aspirar, de nuevo, el oxígeno que el arte, cual manifestación elevada del espíritu, venía a irradiar desde el escenario una sonrisa que se traducía en aplausos y en entusiasmo militante. Cada noche, a más del riesgo latente derivado de las intimidaciones, se desataba el festival del optimismo, acariciando el final definitivo de los violentos.

Teatro Abierto constituyó una versión de resistencia frente a los dictadores; aquellas palabras tan simples que le dieron nombre resucitan ahora en su relevancia marcada, para graficar la potencia creadora y estimulante del teatro, brisa alegre y revitalizadora que alumbró los finales de la larga noche. Resulta hoy -desgraciadamente- significada en Pergamino, como la contracara dramática del teatro cerrado. Es que, en el único caso de censura que recuerde esta ciudad desde el regreso de la democracia con Alfonsín, asistimos, aun sorprendidos y azorados, a una decisión que impidió que profesores y alumnos del Instituto Mariano Moreno, de Mariano H. Alfonzo, pudieran apreciar en el establecimiento la obra Campo Santo, que remite a las vicisitudes de pergaminenses afectados por la contaminación producida por agroquímicos.

En estos días, precisamente, en que tres productores agropecuarios son llevados a juicio oral por mandato de la justicia federal, luce particularmente útil y necesario evitar la cerrazón intelectual, abrir las puertas del conocimiento, y aceptar la existencia de visiones divergentes. Todo lo contrario al oscurantismo cerril que se profesa.

De estas mismas cuestiones trata Campo Santo, y de eso no quieren ni oír hablar los que por la fuerza prohíben una representación artística. Las amenazas son la demostración del miedo; la prepotencia, el reconocimiento de la incapacidad para aceptar miradas diferentes.

Un colegio, una buena escuela, además de impartir los elementales conocimientos curriculares, apunta al desarrollo integral del individuo, potenciando la capacidad de observación y juicio, la vocación de análisis y el espíritu crítico. Una obra de teatro no reemplaza al informe técnico del CONICET, ni pretende establecer verdades únicas. Es, como toda obra de teatro -si no funge redundante la apreciación- una manifestación artística, un estímulo generador de debates que permitan, desde ópticas disímiles, producir el intercambio enriquecedor. La obra Campo Santo, como todas sus semejantes, merecerá críticas y elogios, que no existe ni se pretende unanimidad.

Estos estudiantes de hoy, nacidos durante el imperio de la democracia, han tenido el triste privilegio de presenciar la reedición de actitudes que identifican a los totalitarios.

Si Teatro Abierto expresó la esperanzadora bocanada de aire fresco, cuando se amasaba el sueño del final de la tragedia nacional, un teatro cerrado se erige en triste contracara, en tanto encarna un repudiable acto de censura.

Será imprescindible volver a refrendar aquella ochentosa convicción: Nunca más.

*El autor es periodista y conductor de La Ventana de RADIO MAS (FM 106.7)

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