Desde hace quince días, Agustina Di Masi vive acompañada. Después de una larga lucha, ahora tiene siempre cerca a Lady, su perra guía que, ella dice, se convirtió en sus ojos.
La historia de Agustina se remonta a 17 años atrás, cuando tenía apenas 5 años. Su visión, en realidad, ya era baja desde su nacimiento. “Nací prematura con seis meses y una retinopatía del prematuro. Me operaron con criocirugía en los dos ojos durante los tres meses que estuve en incubadora para tratar de salvar el resto de retina que me quedaba”.
Pero, a mediados de 2002, un día despertó y quedó a oscuras por completo. “No tenía el cien por ciento de la vista, pero fue muy chocante el momento: una madrugada del mundial Corea-Japón cuando me desperté para ver a la selección Argentina con mi viejo, no veía nada, comencé a chocar con todo, y fue horrible”, contó en una entrevista que Infobae le hizo en abril, después de que la periodista Connie Ansaldi le compartiera la historia a su colega Nicolás Lucca.
Claro, la búsqueda no fue sencilla. Son contados los perros preparados para hacer las veces de lazarillos. No solo en Argentina; son pocos en el mundo. En Minnesota, Estados Unidos, funciona una escuela modelo, donde entrenan a los perros para acompañar a personas ciegas y los entregan a distintos puntos del globo en forma gratuita y para siempre.
En el país hay una experiencia también ejemplar. La Escuela de Perros Guías Argentinos, una institución liderada por el Club de Leones de la Colonia Quilmes Oeste, donde se crían, seleccionan y adiestran perros para ser entregados a personas ciegas como lazarillos. La escuela surgió como idea en los talleres para ciegos y disminuidos visuales que funcionan en el Club de Leones y se consolidó a partir de 2010, cuando “ya no se podían traer de Estados Unidos”.
La escuela y Agustina entraron en contacto y empezaron a coordinar la entrega del lazarillo. Como en todos los casos, se hizo solamente con aportes de la sociedad, sin financiamiento estatal ni de grandes empresas. Y conseguir un lazarillo es muy caro: se calculan unos 10 mil dólares, primero para identificar a los Golden Retriever -solo Golden Retriever- aptos para guiar personas, luego para un proceso exhaustivo de entrenamiento y después para la adaptación.
La joven de 22 años -recibida como periodista, fanática de River y ex competidora de natación- debió vivir un mes en la escuela. Ese mes fue el período de adaptación. Conoció a Lady, su perra, aprendió a manejarse con ella, a entenderse. Treinta días más tarde ya viajaba por primera vez sola en transporte público con su lazarillo al lado.
Durante la ceremonia de entrega, 17 años después de perder la vista, Agustina no ocultó su emoción: “Ya estoy con Lady, ella será mis ojos. Vamos a recorrer la vida juntas”.
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