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De lo internacional a lo local y cotidiano

Reflexiones sobre la cumbre del G20 y la política exterior del Gobierno.

Francisco Cafiero Por Francisco Cafiero | 30 de Noviembre de 2018

“Toda política es política internacional que se juega dentro y fuera de los Estados”. Lo decía Juan Perón hace más de 70 años. ¿Tiene vigencia esta afirmación? Sí. La cumbre del G20 que se inició formalmente este viernes en la Ciudad de Buenos Aires generó un especial interés por la política internacional que, en buena hora, es oportuno.

La política exterior del gobierno de Mauricio Macri es errática. La balanza comercial llegó a sus peores niveles -para agosto de este año, 1.127 millones de dólares-, con una caída de 20 meses consecutivos. Mientras que en otras partes del mundo se endurecieron las políticas de proteccionismo, acá se generó una apertura indiscriminada de importaciones.

En materia política, fracasó la propuesta de Susana Malcorra, responsable, entre otras medidas, del bochornoso acuerdo “Duncan- Foradori”, como su frustrada aspiración a ser electa en la Secretaría General de las Naciones Unidas.

En la actualidad, Jorge Faurie no mostró creatividad ni astucia y fue fiel a los papelones: nombró como “pueblo” a la población kelper implantada en las Islas Malvinas. Ni Guido Di Tellase animó a tanto.

Llama la atención que las palabras soberanía o integración no figuren en el vocabulario de los principales voceros del Gobierno. Ni hablar de la ejecución o el sostenimiento de políticas que las expresen cabalmente. De hecho, el desprecio por las plataformas políticas regionales necesarias, como la Unasur , o el deliberado debilitamiento económico, político e institucional al Mercosur, son una muestra concreta de lo afirmado.

Parece que el presidente Macri mira a un mundo que dejó de ser tal después de los noventa. Su agenda lo convierte en un menemista tardío, pero sin gozar de estabilidad inflacionaria.

En miras a la cumbre del G20 se instaló con mucho vigor la tensión por la denominada guerra comercial entre Estados Unidos y la República Popular China. Lo cierto es que este conflicto pasa por arriba a la Argentina, dejándola como espectadora de privilegio por ejercer la presidencia pro témpore y por su condición de país anfitrión.  

Hay muchos motivos que explican este conflicto que son de características ideológicas, geopolíticas, de disputa por el desarrollo tecnológico y por el nuevo (o viejo) rol del liderazgo chino. 

China se ha constituido en una de las principales potencias ganadoras del mundo globalizado. Su economía crece muy rápido y mantiene un alto saldo favorable en la balanza comercial con los Estados Unidos. El rol del Yuan, como moneda que disputa la hegemonía del sistema monetario y comercial del dólar norteamericano, no es un asunto menor.

El avance chino en la agenda tecnológica es clave; se destacan la inteligencia artificial, la aeroespacial, las telecomunicaciones y la robótica. El plan “made inChina 2025” es una plataforma ambiciosa que sella el cambio de paradigma de la producción e innovación, al igual que la iniciativa de “Franja y Ruta”, que se constituye en una de las estrategias de inversión en infraestructura para fortalecer el intercambio comercial más importante del mundo.

Todo esto manifiesta a las claras que el gigante asiático tiene planes para seguir creciendo y expandiendo. Además, posee un despliegue militar y de tecnología armamentista de avanzada que es de suma importancia. Estos logros son producto de la planificación de políticas públicas pocas veces vista. 

Frente a este contexto de tensiones entre dos gigantes, ¿qué podemos hacer?

En primer término, es importante analizar que, más allá de las distancias físicas y culturales, son más complementarias las economías de China y Argentina que las de Argentina y Estados Unidos.

Hoy existe y persiste un manifiesto déficit comercial en nuestra contra que merece ser atendido y corregido. ¿Cuántos quisieran exportar sus productos o servicios a un mercado gigante como el chino, pero no saben cómo hacerlo? Faltan políticas concretas, estrategias y trabajar en serio sobre lo firmado entre ambos países en 2014 en los acuerdos por una “relación estratégica integral”.

Hay un potencial en el marco de las inversiones chinas para obras de infraestructura que son vitales para el desarrollo de la productividad nacional, el impulso del mercado interno y la generación de empleo. Los cortocircuitos generados por el gobierno argentino han detenido los avances y postergado lo planificado. Vale aclarar que no hay nada nuevo firmado. 

En otro orden, no menor para una política de Estado que se tiene que sostener, China siempre apoyó el reclamo argentino por la soberanía de las Islas Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur. Es fundamental fortalecer la relación bilateral teniendo en cuenta que el peso político de China en el concierto internacional seguirá creciendo. Estados Unidos siempre apoyó al Reino Unido.

La administración de Macri demostró ser conservadora en relación a su política internacional. Erró en la lectura. No posicionó a la Argentina como prometió hacerlo. No generó los equilibrios necesarios frente a un mundo cada vez más complejo, ayudó a desarticular los mecanismos de integración regional y se subordinó económica y financieramente al Fondo Monetario Internacional. 

Arturo Jauretche decía que, cuando tenía una duda frente a algún tema, leía el editorial del diario La Nación y se paraba en la opinión contraria. Para adivinar el camino que tomará la administración de Macri, alcanza con mirar lo que haga la Secretaría de Estado de los Estados Unidos.

La política internacional debe ser política de Estado; tiene que tener un profundo sentido patriótico y se tiene que discutir y planificar. Merece un diálogo permanente y una enorme concertación de voces que expresen los intereses del conjunto. El futuro se puede construir. Nada grande se realiza al azar. Tenemos que hacerlo sin renunciar a nuestra soberanía, con una política articulada e integrada con determinación en la región. El contexto en el que estamos lo exige. 

El autor es Presidente del Centro Latinoamericano de Estudios Políticos y Económicos de China. La columna fue publicada originalmente en Letra P

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