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El fin de un calvario: Bautista, el menor víctima del peso de una condena social injusta

El alumno de 13 años, que un grupo de compañeras habían acusado de abuso sexual, fue sobreseído porque los hechos denunciados nunca existieron. ¿Cómo actúa la comunidad ante este tipo situaciones?¿Se hace uso responsable de las redes sociales? ¿Quién se responsabiliza de los daños ocasionados al menor?

Esto comenzó el 20 de abril, día que quedó grabado a fuego en la mente de Bautista, un joven adolescente pergaminense de 13 años de edad de.

Esa mañana, como cualquier otra, Bautista se levantó temprano, desayuno y como era su rutina se dirigió a su colegio, el exIndustrial.

Cuando se acercó a la entrada de la institución notó que algo no encajaba, algo andaba mal. Vio a un grupo de padres y madres aglomerados en la entrada de la institución. Y al arribar a la puerta, un adulto hizo una pregunta en voz alta a una compañera de su división ¿Este es? Lo que la alumna asintió y fue ese momento el comienzo del calvario.

Un golpe certero a su cara lo hizo caer al piso. Siguió una andanada de golpes y patadas que tuvieron como blanco su cuerpo e hicieron que no pudiera reaccionar. Estaba perplejo, no entendía nada, lo invadió una mezcla de miedo, dolor físico y desazón que le corrían por el cuerpo.

El personal de la institución se percató de lo que estaba sucediendo y salió a su defensa, lo levantaron y como pudieron hicieron que el alumno se refugie en un baño del colegio.

Desde ese momento, los ánimos comenzaron a enervarse. Desde el interior del baño, Bautista, solo y con una mezcla de miedo e incertidumbre empezó a escuchar gritos: “Violín, hay que cog..lo a ese h..o de p..a”, entre otros agravios irreproducibles hacia su persona.

El calvario duró una hora y media, pero para Bautista fue una eternidad. Lo invadió el miedo, la incertidumbre y la  desazón ante este nuevo escenario desconocido que la vida le presentaba.

En el medio de todo ese torbellino de sensaciones y  sentimientos encontrados, escucho una voz amiga, que era la de su madre, que ingresó a ese baño junto a él y ambos se resguardaron con la idea de mantenerse en ese lugar hasta que la cosa se calme.

“Fuera de ese baño, en el colegio, el clima de tensión y violencia verbal, lejos de calmarse, aumentaba de manera considerable para con Bautista y de todo aquel que intentaba poner un poco de cordura a la situación, las amenazas seguían en escalada; era como un virus que va contagiando todo a su paso y en este caso en particular, los contagiados eran alumnos del colegio, que lejos de saber de qué se trataba se sumaban a esa represión de agresiones verbales. Al llegar a un punto de ebullición que fue necesario que se requiriera el auxilio de la fuerza pública, que armó un operativo, más precisamente un cordón humano de policías para que Bautista y su madre puedan salir del establecimiento escolar, no sin antes percibir en sus cuerpos y en sus mentes que su integridad física pendía de un hilo.

¿Qué desato esa furia esa mañana en el exIndustrial?  El reclamo provenían por acusaciones, ante autoridades de la institución, por parte de adolescentes mujeres, algunas compañeras de Bautista y otras de otra división, donde manifestaban que él las había abusado sexualmente.

Una vez retirados del lugar y en el seno de su hogar, el sentimiento de miedo e incertidumbre reinó tanto a Bautista como al resto de su familia.

NOTA RELACIONADA: http://primeraplana.com.ar/de-acusado-a-victima-el-alumno-senalado-como-abusador-sexual-fue-sobreseido-por-denuncias-falsas/

Las redes sociales ya se empezaban hacer eco de lo sucedido, noticias en portales anoticiando de estos lamentables hechos, gente como hordas de salvajes comentando las noticias y sin el menor escrúpulo, publicando fotografías de Bautista dando a conocer su identidad y pedir prácticamente que sea colgado de la Plaza Merced.

En los días posteriores se realizó una marcha arrancando desde el colegio y que tuvo su recorrido por el Centro de la ciudad, terminando en la Plaza principal, cubierta por portales de noticias, replicados por redes sociales como Facebook, Instagram y avalada y con apoyo de colectivo de Mujeres que, en este caso, estaban peleando por sus hipotéticos derechos vulnerados. Se podía ver un grupo de adolescentes desaforadas en el mástil de la plaza principal gritando a los cuatro vientos el nombre y apellido del menor con un sin número de improperios: Una cosa de locos.

En lo que respecta al plano judicial, los padres las adolescentes acusadoras se presentaron ante las autoridades policiales y realizaron las denuncias. Intervino la Fiscalía del Menor y se dictó una medida cautelar al efecto de no acercamiento del supuesto abusador para con sus víctimas.

Bautista tuvo que dejar todos los lugares que solía frecuentar, recluirse en el interior de su casa y con esa persistente sensación de miedo e incertidumbre, por su cabeza pasaba todo el tiempo malos pensamientos y ante la reciente experiencia vivida en carne propia dentro de la institución escolar, percibía que era muy probable que a una multitud se les ocurra ir por ellos y agredirlos aun en el seno de su hogar, que pudieran, prenderle fuego la casa, etcétera. Y tiene solo 13 años.

Por suerte, la pesadilla llego a su fin: El 23 de mayo pasado, el juez interviniente, luego de un pedido de la defensa del menor y en base a las constancias de la causa, dictó su sobreseimiento. Es decir, para el común de la gente y fuera de tecnicismos legales, su preciada inocencia.

Esa inocencia es en base a los Art. Nº 63, primer párrafo de la Ley Nº 13.634, Art. 1º y Ley Nº 22.278 (Art. que tiene que ver que no es un menor punible), pero el fundamento más importante en esta decisión jurídica es que también fue decretada en base al Artículo. Nº 323, Inciso 2 del Código de Procedimiento Penal, que expresamente dice: “El sobreseimiento procede cuando el hecho investigado no ha existido”. Es decir, que para la Justicia, en base a las constancias de la causa, más allá de la inimputabilidad en razón de la edad de Bautista, el hecho y/o hechos que se los acusaba (de parte de terceros/supuestas víctimas) no han existido.

Ahora bien, mirando esta secuencia en la vida de Bautista, que lo marcó, marca y vaya a saber si algún día podrá superarlo, abre interrogantes para toda una sociedad: ¿Que motiva a un grupo de adolescentes a denunciar falsamente hechos que no existieron? ¿Cómo nos paramos como ciudadanos ante este tipo de noticias?

¿Hacemos un uso responsable de las redes sociales? ¿Quién se responsabiliza por los daños ocasionados? ¿Esos daños podrán ser reparables para Bautista?

También es una clara muestra de que cualquier ciudadano, hoy en día, con la tecnología que lo rodea y con malas intenciones, está a un clic de distancia de destrozar la vida del otro.

Y en el marco de la reflexión que nos llevan hacernos estas preguntas y en carácter de recordatorio, para ilustrar la gravedad de lo que podría haber pasado, recuerdo un caso que ocurrió en nuestro país, no hace mucho tiempo. Fue en la ciudad de Bariloche, precisamente en 2018 cuando un adolescente, Agustín Muñoz, de 18 años, fue acusado por su mejor amiga, quien luego reconoció que era mentira y pidió disculpas. A pesar de la aclaración, la denuncia se siguió compartiendo en las redes y el joven entró en un estado de depresión y se suicidó.

Por el bien de Bautista y de toda nuestra sociedad, esperemos que logre retomar su vida como era antes de ese día fatídico 20 de abril y que lo vivido se transforme solo en una pesadilla.

*El autor es el abogado defensor de Bautista

 

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