El poder después del poder

En los últimos días, se ha vuelto popular una serie que cuenta la vida del cantautor argentino Fito Páez. El título "El Amor después del Amor" sugiere que en nuestra ciudad se podría pasar a una nueva etapa de poder basada en el amor. Sin embargo, la realidad es que muchos líderes políticos, sociales y sindicales están subyugados por el amor al poder.

Las elecciones de 2023 hacen que todos los estamentos socioculturales y políticos de Pergamino se muevan en función de la nueva etapa de gobierno y poder. Los frentes electorales están empezando a mostrar algunos nombres para llenar los lugares a elegir y los ambientes políticos están caldeándose.

Mujeres y hombres tratan de mostrarse simpáticos y agradables ante la sociedad vernácula para ser pretendidos por los electores. Pero muchos van más allá, piensan en la acumulación de distintas áreas de poder para estructurarse en el futuro.

Los ciudadanos, lejos de poder entender este juego de muy pocos, necesitan soluciones a sus problemas diarios más importantes, como la seguridad, el empleo, la inflación, el abastecimiento y calidad de agua, así como de energía y gas. Verificar las pautas de desarrollo económico, social, educativo y cultural.

Hemos pregonado muchas veces que es necesario un poco de generosidad política para salir adelante .Y es esta una nueva oportunidad . El amor al poder no puede ser el fin, si no se debe ser el medio, y esta clase de generosidad es lo que el ciudadano necesita para seguir adelante.

La gente se hartó del personalismo y la politiquería, y pide a gritos acciones concretas. De hecho, en muchos de los barrios pergamineses, los vecinos se organizan para resolver los problemas cotidianos. La política, entonces, debe estar al servicio del ciudadano y no al revés.

Es evidente que lo que el ciudadano necesita es una política austera y eficiente que se ocupe de las necesidades más urgentes. Es hora de que los líderes dejen de lado la lucha por el poder personal y se comprometan verdaderamente con el desarrollo y el progreso de la ciudad.

En definitiva, el poder no debería ser una meta en sí misma, sino un medio para mejorar la vida de los ciudadanos. La verdadera importancia del poder no radica en su obtención, sino en su uso. En vez de ser una herramienta de dominación, debería ser un instrumento de cambio y transformación, para una sociedad más justa e igualitaria.

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