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Las obras de la Peatonal, cuentos de nunca acabar

Su remodelación pretendía mejorar la vida de los pergaminenses, pero trajó problemas y disgustos con arreglos que se dilatan y nunca terminan de ejecutarse

La historia de las obras que empiezan y nunca terminan en la Peatonal arrancó en noviembre de 2017, en plena campaña electoral.

Se realizarían arreglos para mejorar el tramo que va desde Avenida de Mayo hasta Dorrego, pero además se agregaría la novedad de peatonalizar una cuadra extra que hasta ese momento no formaba parte del espacio, extendiendo así la Peatonal hasta calle Florida.

La explicación fue que se unirían las obras que en ese momento se estaban por realizar tanto en la propia vereda del Palacio Municipal como en la vereda de enfrente. Incluso, varios pergaminenses recordarán que la fiesta del 25 de Mayo de 2018 se realizó frente al Palacio Municipal, por calle Florida, aunque con una calle San Nicolás sin terminar de refaccionar, pero ostentando en fotos el nuevo pórfido que se había colocado.

Durante el tiempo que duraron las obras hubo varias marchas, que debieron esquivar escombros y principalmente múltiples protestas de frentistas que habiendo acordado con la Cámara de Comercio, Industria y Servicios, en agosto de 2016, un plazo de 4 meses de tareas como máximo, padecieron una demora mucho más extensa.

La obra titulada como “Plan de renovación Urbana Pergamino”, que proponía “fomentar espacios de encuentro para toda la comunidad fortaleciendo el sentido de pertenencia municipal” también prometía a emplear pergaminenses.

La idea era que los trabajos finalicen los primeros días de marzo del 2018, pero eso no sucedió. La falta de veredas, las vallas, escombros, la tierra y el polvillo perjudicaba a los comerciantes, principalmente porque las personas sorteaban pasar por ese lugar.

Los frentistas de la cuadra además se negaban a que ese tramo se transforme en Peatonal porque no les convenía ya que muchos clientes asistían a sus negocios de paso, estacionando sus vehículos directamente en la puerta de los comercios, lo que les resultaba más conveniente.

Hasta hoy, la cuadra no ha sido más próspera que aquellos tiempos.

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Los responsables del proyecto eligieron el pórfido como material predilecto para realizar el trabajo, que por ser un material utilizado principalmente en decoración de frentes, es muy poco resistente al tránsito pesado.

Según los profesionales a cargo, la obra tendría un costo de aproximadamente 8 millones de dólares y se emplearían alrededor de 20 personas.

Durante los meses posteriores a la finalización de la obra, ocurrió lo inevitable. Las lajas de pórfido se salieron y cada vez que se debían arreglar se dispuso un cerco de vallas. Se cortaba la calle por un par de baldosas: primero en Florida, luego en la Peatonal y con el correr del tiempo en los diversos tramos del resto del espacio.

Esta situación además trajo aparejado que lugares que antes no lo sufrían, quedaran anegados cada vez que llovía torrencialmente por el deficiente tendido de red cloacal que dejaron tras la obra, tal es el caso del propio Palacio Municipal o bien la esquina de Dorrego y Peatonal, que enseguida se completa con varios centímetros de agua durante las tormentas pese a no formar parte de la zona denominada, en otros tiempos, como “inundable”.

Como detalle de color, hasta hace unos años, la Peatonal tenía televisores instalados, con propaganda oficial del Municipio, los cuales desaparecieron de la noche a la mañana, en el marco de los “arreglos que no son arreglos”.

Lejos de tener un fin, durante estos 6 años se arreglaron una y otra vez las lajas de pórfido sin cesar; se agregaron; se sacaron elementos, se corrieron y se cambiaron de lugar. Hasta la fuente que se construyó frente al Municipio, que pasó de pileta a “súper florero”. Porque hoy es un cantero que alberga variedad de suculentas y plantas ornamentales.

Cuando parecía que ya era suficiente con esta odisea, cambiaron los divisores plásticos de la Peatonal que separan la calle de la vereda por unos que impiden la circulación de autos en caso de emergencia y reducen la calzada.

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En la esquina de Pueyrredón, se tropezó una mujer que debió ser asistida en medio del caos de una obra de reubicación de bancos en la Peatonal, que luego dejó polvillo y listones con clavos durante todo el fin de semana. Pareciera que el espacio público es peligroso y no existe ningún protocolo para señalizar de modo correcto las obras ni hacerlo de una manera que no obstaculice la circulación de vehículos y transeúntes.

Esta es la última de la trilogía de obras que comenzó a fines de noviembre. La primera fue sacar baldosas flojas para por enésima vez arreglar la vereda.

En diciembre se cambiaron los viejos mojones de plástico amarillo flexibles, que delimitaban la calle de la vereda, por unos rígidos, de plástico, que no permiten el acceso de vehículos a la Peatonal ante emergencias o para carga y descarga de comercios, que además están un metro sobre la calle, reduciendo el espacio que tienen los automóviles para circular y por lo tanto, también para estacionar o detenerse en esta zona sumamente transitada.

Esto también produjo quejas de remiseros porque es imposible acceder y deben estacionar a varios metros o a veces, directamente prefieren no llegar al lugar.

La situación perjudica también a las personas con discapacidad, que a veces necesitan ser trasladadas hasta la puerta de un determinado lugar o bien deben ser asistidos para subir al vehículo, acción que se hace imposible en un espacio donde hay múltiples obstáculos cada vez que se realiza un arreglo de este tipo.

 

 

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