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Polémica en las redes: ¿Cuánto debe durar una película?

La conversación del fin de semana en las redes tuvo que ver con la duración de la película de Martin Scorsese, El irlandés.

El mejor chiste lo hizo una usuaria de Twitter (@michuloe): "Buenísima El irlandés. La vi en dos horas". La gracia reside en el viejo truco de aplicar una estructura en un lugar donde no corresponde. Y en la ironía de la imposibilidad de haberlo hecho. De los libros decimos para elogiarlos: "Me lo leí en un día""Me lo devoré en dos horas".

El tiempo del libro es variable: uno se puede quedar releyendo una página durante varios días o atravesarla fugazmente, como un patinador en el hielo. El tiempo de la película, en cambio, es el tiempo de la película. O, como dirían los personajes de El irlandés: "It is what it is". Es lo que es, con esa lógica aplastante que tiene la redundancia.

Las películas duran lo que duran pero lo cierto es que la película de Scorsese ha generado con su financiamiento y exhibición a través de una plataforma de videos on demand una serie de discusiones, algunas escandalizadas, respecto a lo que es o no cine, cómo se consume y, especialmente, cuánto dura.

Con sus 3 hs y 30 minutos, El irlandés está muy lejos de plantear algún tipo de récord. A Lo que el viento se llevó (1939) le faltaban dos minutos para durar cuatro horas.

En el circuito menos comercial y atado a los festivales, la duración insólita es motivo de jactancia. Los espectadores de Sátántangó (1994), la obra maestra del enloquecido director húngaro Béla Tarr, que nos paseábamos orondos por haber cumplido con las siete horas y media, ahora somos humillados por los de La flor, la obra del argentino Mariano Llinás (2018) de 13 hs y 28 minutos. En nuestra defensa debo decir que la película húngara era vista en un mismo día, en un sólo gesto heroico, con apenas un par de intervalos (en donde la gente confraternizaba como en las paradas de un viaje en micro a Bahía Blanca) mientras que La flor admite la posibilidad de verla en tres días distintos.

La digitalización ha cambiado los tiempos. Ha cambiado los tiempos en dos sentidos. Uno es el de Bob Dylan: "Los tiempos están cambiando", la época, el zeitgeist. Y la otra es lo que duran las películas y lo que pueden durar las tomas. El fílmico era un recurso no renovable: lo que tenías de película era lo que había que usar sin pasarse de presupuesto.

Al comenzar a filmar en digital, cada toma podía repetirse un número mucho mayor de veces. Las tomas no gastaban material sino que ocupaban un espacio en el disco duro: el costo de repetir un plano un número grande de veces resulta mucho menor. Al mismo tiempo, la edición digital permite cortar los planos hasta el infinito, haciendo la narración lo más vertiginoso que se quiera.

El siguiente paso de la digitalización fue el terremoto en la exhibición. De pronto -bueno, no tan de pronto-, las películas podían verse en los hogares, a la hora que uno quería, en buena calidad de imagen y de sonido, con televisores cada vez más grandes y de mayor definición. Y --de esto se habla poco-- de una duración totalmente no condicionada por la exhibición.

¿Cuántas veces puede exhibirse en una sala una película con la duración de El irlandés? Tres o cuatro. Y eso afecta los ingresos. ¿Cuánto ocupa en la programación de una plataforma como Netflix? Lo mismo que un documental de veintipocos minutos, como Explained, o los capítulos de una comedia. Ahora la libertad sobre el tiempo que dura un producto audiovisual es total. Puede durar quince minutos o varias horas.

A diferencia de lo que sucedió con Michel Cimino -cogeneracional de Scorsese- que fundió el estudio Artistas Unidos con su película de 3 hs y 40 minutos, Las puertas del cielo en 1980-, Scorsese no solo no va a fundir a Netflix sino que toda la discusión sobre su duración (más el pedido de que no la vean en teléfonos, más la de Marvel, etcétera) es un aporte más a que permanezca en la conversación pública.

Y por otra parte, la posibilidad de verla en casa y de que sea el espectador el que administra la forma de verla multiplica enormemente la cantidad de público. ¿Será la película más vista de Scorsese? No lo sabremos porque la época en que se puede medir el consumo minuto a minuto es la misma en la que esa información es resguardada por las plataformas como un secreto de estado.

Lo cierto es que las películas van a en camino a ser exclusivamente (o predominantemente) exhibidas digitalmente en los hogares. Y una de las consecuencias de eso es que la libertad respecto de su duración será casi total. Y falta agregar que si hay un fenómeno psicológico, no objetivo, es el de la percepción del tiempo.

Como me decía un programador de festivales: "No hay nada más largo que un corto", aludiendo al tedio infinito que puede provocar una realización de 15' mal hecha.

Las películas, entonces, podrán ser todo lo larga que quieran pero deberán justificar esa extensión. ¿Por qué El irlandés dura lo que dura? Si me preguntan a mí contestaría: Scorsese quiso mostrar lo que le pasaba a los personajes de Scorsese luego de que sus películas habitualmente terminaban.

Para hacer eso, hizo una película de Scorsese y luego le agregó una hora más, en donde la culpa, la melancolía y el efecto de los años se hacía sentir. Porque si algo lleva tiempo contar en el cine es el paso del tiempo.

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