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¿Qué es de la vida de Astrid Guardia?

De Pergamino a la búsqueda de nuevos horizontes en un recorrido por el mundo

Astrid es una vecina de nuestra ciudad que dedicó gran parte de su tiempo a vivir entre Argentina y Europa. En su adolescencia estudió en Suiza y Alemania y luego estudió y se recibió de la carrera de licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Católica Argentina, pero siempre se dedicó al marketing y hasta fundó su propia empresa.
Desde hace muchos quería cumplir la realidad de irse a vivir al exterior y, aunque no fue una decisión fácil, a sus 60 años decidió emigrar y ya hace tres años que vive en Valencia (España) junto a su familia.
Actualmente nos afirma que, aunque ya trabajó muchos años, hoy con 63, continúa con una labor part time, como socia de una persona que se dedica a reformar casas porque le divierte mucho todo lo que tenga que ver con el reciclado.
En diálogo con SEMANARIO EL TIEMPO, Astrid, comparte sus reflexiones sobre su pasado en Pergamino, sus experiencias en el extranjero y cómo vislumbra su presente y futuro en esta nueva etapa de su vida.
- ¿Qué diferencias encontró al estudiar en el exterior y cómo fue el proceso de emigrar?
- Estudiar en el exterior fue una experiencia maravillosa. Me gustan mucho los idiomas y a los 17 años me fui a Suiza a aprender francés, donde me hice muchas amigas de diferentes partes del mundo y todavía mantengo contacto con todas ellas. Intercambié diferentes culturas y la verdad es que fue una vivencia muy linda.
Después me fui a Alemania a estudiar su idioma y ahí también conocí gente de diferentes nacionalidades y edades. Estábamos en un pueblito cerca de Munich, donde hacía 19 grados bajo cero y con esa temperatura íbamos al instituto a estudiar.
El intercambio de culturas es muy rico, te nutre y te hace una persona diferente.
El proceso de emigrar fue difícil porque, aunque siempre lo tuve en mi mente, recién lo logré a los 60 años. Fue difícil, pero no imposible. En eso, me acompañaron mi marido y mis hijos. Extraño a la familia, a mis amistades, pero a los más cercanos los tengo conmigo y eso no tiene precio.
Lo positivo al emigrar fue que, al irnos a España, logramos que todo fluya más fácil por hablar el mismo idioma.
Tengo un hijo de 21 años y tenía que esperar que él terminara el colegio secundario para poder irme con él, con mi marido y también mi otro hijo, de 32 años, y su mujer. Además, tengo una nieta valenciana que es un amor.
- ¿Cómo fue su evolución profesional?
- Me dediqué al marketing y luego a la organización de congresos y eventos. Tenía una empresa propia y, la realidad es que, entre mis estudios de ciencias políticas, relaciones públicas e idiomas, me ayudó mucho en todo lo que es relación con extranjeros y eso facilitó mi trabajo en la empresa.
El trabajo era muy estresante, así que decidí que a los 60 años dejaría de trabajar y me iría a vivir a España.
- ¿Qué destaca de su infancia y/o adolescencia en Pergamino?
- Mi infancia fue increíble, la ciudad era muy tranquila y podíamos andar en la calle. Recuerdo que iba al colegio Nuestra Señora del Huerto con mis amigas de toda la vida, a quienes voy a ir a visitar pronto. También recuerdo con mucho cariño a mis abuelos.
La adolescencia fue mejor aún porque estábamos tranquilos y teníamos muchas libertades que, si bien hoy los adolescentes también las tienen, nosotros no teníamos miedo de salir a la calle, de que nos robaran o pasara algo.
Salíamos en grupos con chicos y chicas a bailar a Fenicia y a Fedra, donde la pasábamos genial. También íbamos al cine, a Corchos, Old Pub, Capote que fue uno de los principales lugares donde íbamos a tomar algo a las 19:00 hs después del colegio y ahí nos encontrábamos con alumnos de otras escuelas.
- ¿Considera que cumplió sus metas o aun le quedan cosas por concretar?
- Considero que cumplí muchas de mis metas, aunque siempre quedan cosas nuevas por hacer y por aprender. Tengo la sensación de que la vida todo el tiempo te da, pero también te desafía.
Así que, de una forma u otra, siempre hay algo por hacer, hasta el momento que ya no podamos, pero siempre la vida nos presenta un zanahoria delante que tenemos que correr.

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