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¿Quién le pone el cascabel al gato?

Ignacio Fidanza Por Ignacio Fidanza | 16 de Junio de 2018

El relevo del presidente del Banco Central luego de semanas de mala praxis en el manejo del mercado era inevitable. El acuerdo con el FMI le puso la última piedra a la gestión de Sturzenegger, al dejar a la intemperie la inexistencia de una política monetaria consistente.

El Gobierno vive un momento de fragilidad política en gran medida auto inflingida por sus propias contradicciones o si se quiere, la tóxica fantasía de una Presidencia sin costos. Pero eso es el pasado. La realidad ya se encargó de ajustar esas clavijas, cuando el gradualismo voló por el aire.

El problema que enfrenta ahora la Argentina, es la resistencia sorda del Presidente a encarar un sendero que como pocas veces en la historia reciente, tiene un consenso de casi todos los factores de poder, incluido su propio círculo de confianza. Los tres puntos enunciados los comparten desde Nicky Caputo hasta Miguel Pichetto y Sergio Massa, pasando por María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, los principales empresarios y hasta Wall Street y el FMI.

Desde que se escapó el dólar Macri viene corriendo la crisis de atrás. No porque a esta altura lo sorprenda, si no por su actitud refractaria a aceptar el mensaje que contiene.

Por eso, el cambio de gabinete a regañadientes de este jueves por la noche no causó el impacto esperado. Porque desde que se disparó el dólar, Macri viene corriendo la crisis de atrás, no porque a esta altura lo sorprenda, sino por su actitud refactaria a aceptar el mensaje que contiene.

Parte de esa dificultad se expresó en la fallida conferencia de Nicolás Dujovne de este viernes, en la que no anunció ninguna medida y afirmó que los cambios son apenas una etapa más del exitoso programa que Macri lanzó al inicio de su gobierno. Esta retórica que busca disimular el fracaso, o si se quiere apunta a contener el lastimado ego presidencial, no es un buen mensaje para un mercado que espera gestos contundentes. Las palabras también tienen efecto cuando se pronuncian desde posiciones críticas del poder.

Caputo es el bombero designado para apagar el incendio del dólar. Tal vez lo logre y junto al respetado Cañonero consigan además trazar una política monetaria sensata. Pero eso es la emergencia. Lo que no se ve es una cabal comprensión de Macri -al menos en sus gestos y discursos- de la gravedad de la situación.

De otra manera no se entiende la demora en abordar el acuerdo con el peronismo. La secuencia que viene es previsible: Ajuste, mayor conflicto social, perdida del poder adquisitivo de al menos diez puntos este año, huelgas y caida de la actividad. "Nada de eso se puede transitar sin un acuerdo con el peronismo", confirmó a LPO un destacado integrante de Cambiemos.

No es un paseo

Macri debería tener mucho cuidado con los pasos que da en estos días. Si la conferencia de Dujovne para no decir nada importante fue un error, su convocatoria a gobernadores, senadores, la Corte Suprema y casi cien jueces federales, para leer un discurso lleno de generalidades sobre el narcotráfico de apenas seis minutos exactos y retirarse, fue lo más parecido a un tiro en el pie. No importa la anécdota del pase de facturas entre Garavano y De Andreis.

El problema que enfrenta el Gobierno es de pérdida de confianza. Esta no se reestablece con discurso duranbarbista. El cálculo de no decir nada puede servir para la campaña, no para una situación como la actual y menos frente a los actores del poder. Hubo decepción y sorpresa. Para qué abundar, no seamos malos.

Gobernar la Argentina no es un paseo. La fantasía de una élite iluminada que desde los salones revestidos en madera caoba del Jockey Club define los destinos de la patria, es además de elitista, peligrosa. En este país inmenso, hace falta mantener los ojos bien abiertos y los pies en el barro. Si no, lo que puede ocurrir es que se pierda la capacidad de anticipar los acontecimientos, que es de las cosas más graves que le pueden ocurrir a un gobierno.

Contra lo que dicen algunos líderes de Cambiemos, que no le hacen nada bien al Gobierno, Macri está muy lejos de enfrentar una situación desestabilizadora. Pocos presidentes tuvieron una oposición tan dispuesta a acordar. Pero esto no significa que dejen de ser oposición, ni que los tiempos sean eternos.

Macri sigue atrapado en la lógica gradualista que ya le fracasó en lo económico. Es probable que en su vida personal sea un acierto, pero en el actual contexto su traslado a la política sólo sirve para espiralar la crisis. El caso de Dujovne es emblemático: Esta construyendo un ministro de Economía de verdad en cuotas y a fuerza de golpes de mercado. Secretaría por secretaría. En el medio, el país pierde reservas, el valor de la moneda se destruye y la incertidumbre crece.

Lo mismo ocurre con el acuerdo con el peronismo. Lo enuncia. No avanza. Lo congela. Lo saca del freezer. Se reúne con algunos gobernadores. No define.

No es un buen curso de acción para este momento. Lo que ocurre es lo opuesto de lo que busca. Tal vez quiere conservar el manejo de las decisiones y el tiempo, metiéndole arena al proceso. Está perdiendo ambas.

El autor es el fundador y director de La Política Online, sitio donde fue publicada originalmente la columna

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