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Después de casi 50 años, habló uno de los asesinos de Rubén Pedro Bonnet, en la Masacre de Trelew: “Vacié el cargador”, confesó

El pergaminense tenía 30 años cuando fue torturado y asesinado. El exmiembro del Cuerpo de Marina Argentina, Roberto Bravo decidió declarar frente a un tribunal estadounidense

Durante la madrugada del 22 de agosto de 1972, en la Base Aeronaval “Almirante Zar”, una patrulla al mando del capitán Luis Emilio Sosa irrumpió violentamente en las celdas, despertó y arrastró a los 19 prisioneros que el día anterior se habían entregado en el Aeropuerto Internacional, que lleva el mismo nombre de la base y está ubicado en la Provincia de Chubut, más precisamente en la ciudad de Trelew.

Entre los prisioneros se encontraban jóvenes idealistas pertenecientes a distintas agrupaciones peronistas y de izquierda, quienes la semana anterior habían tenido un fallido intento de fuga del penal y que por desinteligencias, solo 6 de los fugados lograron escapar en avión hacia Chile. Entre los que no lo lograron, había un pergaminense: Rubén Pedro Bonnet.

Tito”, como le decían los amigos, provenía de una familia humilde de nuestra ciudad y comenzó a despertar su interés por la política mientras cursaba el colegio secundario.

Más tarde, ya en la Facultad de Ciencias Económicas, en un contexto de persecución política y dictadura militar, se uniría a diferentes agrupaciones de izquierda.

Producto de su militancia, el 31 de marzo de 1971, “Tito”Bonnet fue detenido y trasladado a la cárcel de Devoto, donde fue impulsor de una huelga de hambre para finalmente ser trasladado al penal de Rawson.

Luego del fallido intento de fuga, el pergaminense, que en aquel momento tenía apenas 30 años, junto con el resto de sus compañeros, fue salvaje y cobardemente torturado para finalmente ser ejecutado.

Aunque no murió en ese mismo instante de la ejecución, Bonnet fue rematado 9 horas después de los fusilamientos. “El último tiro fue efectuado a corta distancia para rematarlo”, concluyeron los médicos que realizaron la autopsia al cuerpo por pedido de su esposa, Alicia Lelchuck.

Anteayer, después casi 50 años de los nefastos hechos ocurridos en Trelew, Roberto Bravo, uno de los fusiladores, finalmente se sentó en el banquillo de los acusados en Estados Unidos, por contar con la doble ciudadanía del país norte americano.

Frente a la Corte, Bravo rompió el silencio y dijo: “Vacié el cargador”. El marino retirado explicó cómo disparó su ametralladora PAM -con 32 balas- en el fusilamiento de presos y presas políticas.

Se ciñó siempre al libreto de que “fue un intento de fuga”, aunque se haya demostrado que no fue lo que realmente sucedió.

Después de los asesinatos, la Marina Argentina envió a Bravo como agregado militar a Estados Unidos para protegerlo de ser juzgado.

Ahora enfrenta un tribunal en suelo extranjero, que lo juzga por una demanda civil en dónde, en caso de ser hallado culpable, deberá pagar un resarcimiento económico a 4 familias demandantes por la Masacre de Trelew, un hecho que por siempre vivirá en la infamia de la historia Argentina y de muchos pergaminenses, que lejos de ser aislado inauguró la lógica del terror y el asesinato sistemático de presos políticos.  

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