Los barrios periféricos de Pergamino siguen esperando el accionar gubernamental en atención y mantenimiento de infraestructura. Es cierto que en los últimos años se realizaron distintos trabajos en lo que se refiere a obra pública, pero hoy eso ya se transformó en el mejor ejemplo de pan para hoy y hambre para mañana.
Así es el caso de los vecinos del Barrio Güemes, más precisamente de calle San Salvador al 2200. A esa altura la arteria termina en una cortada que, luego de haber recibido trabajos de cordón cuneta hace más de 3 años, quedó en total olvido.
“Bajaron la calle porque estaba muy alta y desde ese momento no apareció más nadie a acomodar la calle o pasar una máquina”, contó Carlos, vecino de la cuadra, a PRIMERA PLANA.
“La calle está llenas de pozos y en algunas partes hasta pasto tiene”, dijo. Es una cortada donde aproximadamente viven unas 10 familias y durante los días lluvia se torna intransitable.
En ese sentido, ejemplificó que “llovieron dos días seguidos y el que no tiene vehículo para salir tiene que caminar como un chancho por el barro”.
En los 80 metros aproximados que tiene la calle, desde la esquina hasta la cortada, viven niños y personas mayores que entre estos acontecimientos climáticos prácticamente son rehenes en sus viviendas. “No se puede caminar por la calle y menos por la vereda porque no tenemos. Esto además de ser intransitable es insalubre porque los chicos se pueden enfermar”, se quejó Carlos.
Además, sólo existen dos luminarias en toda la cuadra que, según los vecinos están dañadas y nadie acudió al reclamo para repararlas. “Ahora en invierno, que oscurece temprano, esta calle es una boca de lobo”, agregó.
Se ofrecen a colaborar
Los vecinos del Barrio Güemes son conscientes que la comunidad está pasando por momentos difíciles, en medio de la pandemia por COVID-19.
“Nosotros sólo pedimos alguna solución”, aseguró Carlos a PRIMERA PLANA, quien ofreció su camión para realizar parte del trabajo. “Si me dejarían ir al Corralón Municipal, donde veo que hay piedra amontonada, me hago cargo de ir, cargar y con los vecinos desparramarla en la calle. Tampoco es tanto porque son 80 metros”, sostuvo.
Ofuscado con la situación, remarcó el dolor que sienten porque “cuando a la gente humilde nos necesitan vienen con un bolsón de mercadería, nos llevan y nos traen para que los votemos”. Pero, según el vecino de calle San Salvador al 2200 “no todos somos ignorantes. Yo salgo a laburar todos los días y si tengo que pagar una cuota para que acomoden la calle o lo que sea, no tengo ningún problema. No quiero nada regalado”.
Carlos remarcó que “una vez le escribí y le mandé una foto al intendente (Javier) Martínez, pero me respondieron desde su equipo de Comunicación diciéndome que tenía que comunicarme con al 147. He mandado cartas con el reclamo y nunca me respondieron”.
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